lunes, 3 de diciembre de 2007

El advenimiento del taco...

Pues si, la llegada del taco a mi vida es un evento de suma importancia. En breve... una epifanía.

El sábado relaté por horas (y por enésima ocasión) los encuentros más sublimes de mi paladar y un taco.

Sin duda, la experiencia más placentera ha sido la taquería "Los Faroles", que tristemente desapareció hace más de una década.

Pepe, el gurú del choriqueso, los tacos de chuleta con queso y la salsa verde fue mi primer maestro en el arte del taco.

Comía en su local por lo menos 3 veces por semana, a veces 6...

Tortillas hechas a mano, ingredientes inmejorables, atención personalizada; para mí era un pequeño espacio de libertad. A mis 5 años, podía sentarme en la barra mientras mis padres se sentaban en una mesa. Podía ver la tele, la parrilla, platicar con Pepe y ver como dominaba el arte del taco.

No recuerdo nuestras pláticas, ni lo que veía en la tele, pero si recuerdo vividamente los tacos de bistec; la carne cortada con maestría en pequeños pedazos que se deshacían en la boca, colocados sobre una gruesa (perfecta) tortilla recién hecha a mano, bañados en una espesa salsa verde y harto limón (sin semilla, verdes, frescos y con un chingo de jugo, nada de esas chingaderas de limones secos y pequeños que dan lástima). Esta maravilla artesanal era acompañada de una helada Coca-Cola en botella de vidrio.

Después, cuando los años pasaron y mi estomago era más refinado fuí endoctrinado en las virtudes del cerdo... amor a primera mordida.

Recuerdo las cazuelas de barro, rebozantes de queso y coronadas con chorizo cocinado a la perfección. La grasa creaba un halo alrededor del embutido que le daba un toque cuasi angelical.

La cazuela acompañada de tortillas de harina (no, estas no eran hechas a mano, pero como dice Haruki Murakami "no place has everything you need" - gracias C. por compartirme su obra... ya voy a la mitad del libro y espero devolvértelo la próxima semana -).

Me hice adicto al choriqueso (si, ya sé que esto es un autogol, el albur, la jiribilla y todas esas cosas pero si ustedes lo hubieran probado sabrían de lo que hablo y no se cagarían de la risa por la frase) y desde que desapareció el lugar me he dado a la tarea de encontrar uno igual sin éxito.

El taco de chuleta con queso era inolvidable... la chuleta venía entera, sin hueso, cubierta con una fina capa de queso en una de esas excelsas tortillas hechas a mano.

Pinche Pepe... no sé porqué cerró la taquería, que poca madre.

Esta es la epítome del taco en la historia de mi vida, tal vez, después de escribirla, pueda dejar de aburrir a la banda con este relato. Es que en verdad, si me vieran platicarla se darían cuenta que soy como un junkie padeciendo delirios después de un largo periodo de abstinencia.

Con respeto y nostalgia, desde lo más profundo de mis recuerdos infantiles, chinga tu madre Pepe, donde quiera que estés...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

fuí parte de esta historia varias veces y quiero decirte que Pépe vive en los recuerdos de tu infancia y mi juventud y en el estomago de todo aquel que lo recordamos... y si, Pépe chinga a tu madre en donde quiera que estes...jajajaja Hebert

Anónimo dijo...

no se aun como usar este medio todavia pero aqui estoy
http://hebert-masdeamor.blogspot.com/

Jesús González dijo...

Es una grosería leer sobre platillos tan suculentos estando en una ciudad como Berlín, en donde lo único parecido al taco (aunque más bien sería una torta) es el dönner kebab, que sí que está bueno pero luego del doceavo sinceramente empieza a cansar.
Sin embargo, y pese casi causarme lágrimas de nostalgia culinaria, no vengo a mentarte la madre como tú a Pepe (quien, por cierto, se lo tiene bien merecido -luego del primer amor, no hay dolor más profundo que el causado por un taquero traicionero-), sino para avisarte que ya te he puesto en mi lista de links.
Y es un honor,

Un abrazo,

C.J.

Pesadilla dijo...

TAAAAAAAACOOOOOOOOOOOOOOS que dlicia, eso deberia estar en la base nutricional de cualquier país, y aprovechando la jiribilla, aqui lo espero con su choriqueso

César Albarrán Torres dijo...

Taco gobernador en Los Arcos: nombrado así por Francisco Labastida –algo malo debía de tener–, quién al pedir algo "fresco pero llenador" fue presentado con una tortilla de maíz a las brasas con camarón, mantequilla y queso derretido. Ay, ay, ay.

K. dijo...

Mis queridos y nunca bien ponderados contlacuaches... sabía que el fervor por el taco es un bien compartido.

Gracias por ayudarme a exorcisar mis demonios... que mejor forma de describir el dolor de un taquero traicionero que compararlo con el primer amor, que mejor que contar el relato y compartirlo con alguien que entiende el dolor que provocó la ausencia, que mejor que compartir la jiribilla con un amigo y que mejor que salivar por un taco que no he tenido la fortuna de probar...